Alaska: más allá de la artista

Cuando Alaska -dilecto seudónimo de María Olvido Gara Jova, un claro homenaje a la canción «Caroline says” del sempiterno Lou Reed-, se embarcó en esto que unos llamamos arte y otros negocio, la música todavía era en blanco y negro. Y la sociedad española empezaba a romper las cadenas sectarias del franquismo. De ella se ha dicho, entre otras muchas cosas, que es la inventora de la modernidad. Puede ser. Ella pintó la música de colores. La propia vida. Corría el año 1977. El grupo originario de la movida encontraba un perfecto caldo de cultivo y germinaba en torno al Rastro y a la cultura underground. Olvido pertenecía al colectivo “La liviandad del imperdible”: jóvenes videntes que se atrevían a teorizar acerca del punk y del futurismo. Y lo hacían con música, con la edición de fanzines o con la representación de elaboradas performances.

Kaka de Luxe: los orígenes de Alaska


Alaska, Carlos Berlanga y Nacho Canut forman, junto a Fernando Márquez “El zurdo”, el núcleo duro de Kaka de Luxe, un acertado nombre que recoge las primigenias influencias del grupo: el punk y el glam aliñado con unas gotitas de rocanrol. Kaka de Luxe es el grupo seminal de la Movida madrileña. Y aunque todos eran extremadamente jóvenes y ninguno era verdaderamente músico, esa fue la filosofía autodidacta de los mejores músicos de la escena. En el año 1978, inspirados en la estética musical de los Ramones, graban cuatro canciones que registran en un primer EP homónimo; dicha grabación, malsonante por la precariedad de los medios, es el premio por el polémico e inesperado segundo puesto en el popular Concurso Rock Villa de Madrid. El contrato lo firman con Chapa Discos, una discográfica nacida del talento empresarial de Vicente Mariskal Romero. Entre todas ellas destaca “Viva el metro”, canción que en el año 1999 versiona el grupo francés The Splash Four con el título de “Miss Behaver”.

https://youtu.be/2uT6WRzSJGc

En 2013 el grupo sevillano Narco sacan su sexto disco titulado «Versiones para no dormir» donde hacen una versión del «pero me aburro» de Kaka de Luxe.

Con Kaka de Luxe las manías se convirtieron en vicios. Y la casualidad y el desparpajo se hicieron éxito.

Alaska y los Pegamoides: el culto hedonista al punk más yeyé

La discográfica Hispavox, esperanzada por el imparable ascenso del rock directo de Tequila, se atreve a contratar a las nuevas bandas madrileñas. Entre ellos se encuentra Alaska y los Pegamoides, una banda que sigue la estela que deja Kaka de Luxe al separarse. En un principio el grupo lo componen ella misma, Manolo Campoamor, Nacho Canut y Carlos Berlanga, pero muy pronto se les une el talento musical de Ana Curra y Eduardo Benavente. Se atreven a practicar un punk yeyé con tintes claramente comerciales. Con Los Pegamoides, graba un único disco, el titulado “Grandes éxitos “ que recogía las mejores composiciones presentadas en directo por la banda pero que no habían sido registradas en formato disco. La placa consta de catorce canciones; entre ellas destaca “Bailando”, versionada años más tarde, en 1987,  por Alaska y Dinarama al incluirla en su álbum titulado “Diez”, y por Fangoria, que recuperaron en 2010 en su fabuloso recopilatorio titulado “ El paso trascendental del vodevil a la astracanada”.

 

“Bailando” es un tema que ejemplifica el estado de hedonismo extremo en el que el disfrute y el placer están por encima de cualquier obligación.

Alaska y Dinarama: el grupo referente del pop español

En 1982, la disolución de Los Pegamoides da como resultado la aparición de Dinarama, con los que graba cuatro discos, los titulados “Canciones profanas” (1983), “Deseo carnal” (1984), “No es pecado” (1986) y “Fan fatal” (1989). Son innumerables las adaptaciones que se hacen de las canciones incluidas en ellos. Por ejemplo, de “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?”, primer single de “Deseo carnal”, Ana Belén canta una acertada versión en formato acústico mientras que “Perlas ensangrentadas”, incluida en “Canciones profanas”, ha sido versionada, entre otros, por Xoel López y sus Deluxe.

 

 

Otra de las canciones con más éxito es “Ni tú ni nadie“, también incluida en el disco “Deseo carnal” y que han adoptado como propia, en emotivas interpretaciones, tanto Fangoria como Moenia.

Una de las canciones más bellas del grupo es “A quién le importa”, que se graba en el multi ventas “No es pecado”, un verdadero himno a la liberación de la persona. De entre todas las versiones destaca la cantada por Thalía, o la sentida interpretación de Bebe, incluida en “Viaje satélite alrededor de Carlos Berlanga”, el disco homenaje al desaparecido compositor.

https://youtu.be/c_ytx6_HGU0

Fangoria: abrazando el futuro a través de la música electrónica y las colaboraciones

Junto al inseparable Nacho Canut, la artista da vida a Fangoria. Estamos en 1999. Desde sus inicios, con la publicación de “Salto mortal (1991). hasta “Canciones para robots románticos” (2016) y sin olvidar joyas musicales como “Naturaleza muerta” (2001), “Arquitectura efímera” (2004) o “El extraño viaje” (2006), se suceden delicias sonoras con las que conquistan los oídos siempre exigentes de sus incondicionales: “Retorciendo palabras” y “Miro la vida pasar “, dos exitosos temas incluidos en “Arquitectura efímera”; o “No sé qué me das” perteneciente a “Naturaleza muerta”, corroboran lo dicho. Referente a las colaboraciones, Fangoria las rescatan en un disco. En él se incluyen tanto las canciones que Alaska ha grabado de otros artistas – Camilo Sesto, Raphael, Miguel Bosé, Marta Sánchez o Loquillo, entre otros muchos -, o colaboraciones que otros artistas han realizado con ella.

Colaboraciones

Por citar algunos, la voz de Olvido aparece en discos de Miguel Bosé (“Papito”), de Marta Sánchez (“Miss Sänchez”) o de Carlos Jean (“Mr Miracle”). Y artistas como Raphael, OBK o Lemon Fly han tenido el buen gusto de contar con ella en sus grabaciones.

Alaska debería ser un adjetivo. O mucho mejor: un verbo. Si sumamos las ventas de las producciones de los grupos en los que ha estado presente, nos da la suculenta cifra de más de 15 millones de copias vendidas. Una cantidad impensable para aquella niña que tocaba la guitarra de flecha con una disciplina casi metódica acompañando las provocadoras voces de Fernando Márquez y Manolo Campoamor cuando interpretaban la surrealista “Pero qué público más tonto tengo“. Alaska: quien apostó por ella acertó de pleno.

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